Estudios
en personas que no tienen problemas de diabetes ni cardiopatías, realizaron los siguiente: la mitad ellos realizaron una dieta reducida
en hidratos y la otra reducida en grasas. La dieta bajo en hidratos consistía
en comer más de 40 de hidratos digestibles a diario y la dieta de baja en grasa consistía en consumir menos de 30% de
calorías en grasa.
Al final de
los 12 meses de prueba llegaron a la conclusión que quienes llevaban la dieta reducida en hidratos perdieron en promedio 4
kilos más de peso
corporal que quienes llevaban una dieta baja en grasas, y al mismo tiempo,
quienes consumieron menos hidratos tenían menos grasa circulante en sangre y
menor riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular y un infarto en los
próximos 10 años.
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